que se suceden
uno tras otro,
el pasajero decidió
desandar sus pasos
y retroceder,
hacia adentro
e inesperadamente...
el pasajero
miró sobre sus hombros,
por si acaso no le seguía
su sombra,
y, en puntillas,
caminó los pocos
pasos
que llevan de la
incertidumbre
a la certeza,
por aquello que
es mejor lo viejo conocido...
y dejó olvidados
anhelos,
suspiros,
fotografías...
dejó atrás todo aquello
que pulsaba dentro de sí
y se convirtió en un ser de sal...
su sonrisa se escapó
entre una bandada
de despistadas mariposas,
que habían equivocado
el rumbo
e iban en sentido contrario...
la sonrisa habitó en ellas
hasta que encontró
entre la muchedumbre
una razón para quedarse...
del pasajero nada se supo,
se volvió
sobre sus pasos hasta perderse
de sí mismo...
hasta la próxima!
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